Todas las personas vamos construyendo, desde que somos muy pequeños, una imagen mental de quiénes somos. Esta imagen mental es conocida como autoestima, y día a día se reafirma y se moldea por medio de experiencias, pensamientos, y sentimientos.

Cuando los niños son muy pequeños, los padres constantemente los están elogiando, debido a que cualquier cosa que el niño/a haga es vista como novedosa y positiva: “¡Eres el que mejor baila!”, “¡muy bien, te comiste todo!”, “¡eres el/la más inteligente!”, “¡pintaste perfecto!”, “eres un buen niño/a”. Estos elogios en principio motivan, pero cuidado!. Si se utilizan indiscriminadamente, los niños pueden acostumbrarse a ser aclamados por cada cosa que hacen o por los buenos resultados de sus acciones.

Como una de las metas más comunes de la crianza es tener niños independientes, seguros y flexibles, como padres debemos estimular en ellos el pensamiento crítico y el enfoque en las soluciones. Debemos valorar más su esfuerzo, que los resultados logrados. De esta manera, ellos asumirán los fracasos como fuentes de motivación para ser mejores cada día, y su autoestima no dependerá de la opinión de un tercero.

Les ofrezco algunos tips para trabajar al respecto:

  • Cuiden sus palabras al intentar alentar a sus hijos. Recuerden siempre enfocarse en su esfuerzo y no necesariamente en que logre el éxito en la tarea que está llevando a cabo.
  • Tengan siempre en cuenta las opiniones y los sentimientos de los niños. Valide lo que el niño le manifiesta.
  • Animen a sus hijos a resolver las cosas por sí mismos.
  • Tengan compasión de ustedes mismos cuando cometan errores. Aunque ustedes no lo crean, los niños siempre están pendientes de lo que usted hace para imitarlo.
  • Enfóquense en lo positivo, así el resultado no sea el esperado.
  • Tengan el valor de ser imperfectos.
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